domingo, 26 de septiembre de 2010

Funeral

Decidió dejar que aquellas manos lo arrancaran sin consideración de su elemento. Decidió soportar estoicamente el sol que lo secaba en la canasta.

El ángel de cáscara de uva, ni siquiera parpadeó cuando aquellos pies sudorosos lo descuartizaron junto a sus heroicos compañeros. Dejó que escapara su carne dulce de entre sus manos, y quedó sólo su cuerpo membranoso y dolorido.

Cuando quedó completamente seco y lo arrojaron a los cerdos, no gritó.

Decidió ofrendar sus entrañas milagrosas para el vino redentor, porque nos amaba.

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